jueves, 18 de febrero de 2010

Mito genial

En algún sexenio, del que nadie quisiera acordarse, se acuñaron expresiones como “mito genial” o “los nuevos reaccionarios”. La primera, referida a la pobreza en México, cuando un secretario de estado decía que quien hablaba de pobreza en este país, era por desinformación o por malintencionado; la segunda, alusiva a quienes se oponían al neoliberalismo.
¿Cómo podía hablarse de pobreza en un país que se da el lujo de salvar banqueros y llevar a la lista de Forbes a más de uno?
El “error de diciembre”, otra expresión para trasladar responsabilidades en la crisis económica de 1994, que tantos suicidios y pérdidas de patrimonios provocó, además de un FOBAPROA que nuestros nietos seguirán pagando.
… el Harvard boy que no pintó; el tonto de Los Pinos, que no gobernó (“es que no lo dejan…” fue el mito que corría entre sus ingenuos votantes); El último, el gobierno del “catarrito” -con 47.2 millones de pobres en el país hasta el año pasado, más los acumulados con el medio millón de empleos perdidos en 2009 (y son cifras oficiales)- con su nueva construcción mítica que perora así: Todo es culpa del exterior.
Y además, tratan de pendejos a los Premios Nobel de Economía que se atrevieron a criticar el manejo de la crisis por parte del gobierno mexicano.
Los asesinatos, en todo el país, EN TODO EL PAÍS , resultan explicados como producto de rencillas entre pandilleros, narcos o delincuentes de toda índole.
El nuevo “mito genial” es hacernos creer que gobiernan. Los “nuevos reaccionarios” en el bicentenario … ¿de qué?... son, en todo caso quienes sostienen un modelo económico abortado hace más de una década en los llamados países desarrollados.
¿Que los muertos del 68? ¡Tomen!
¿Que los muertos de aguas blancas? ¡Tomen!
¿Que los periodistas asesinados? ¡Tomen!
¿Que las muertas y muertos de Juárez? ¡Tomen!
¿Que más de la mitad de mexicanos está en los estándares internacionales de pobreza? ¡Tomen!
¿Que pierdes tu patrimonio por desempleo? ¡Toma!

De parte de los fascistas y similares del mundo:

miércoles, 10 de febrero de 2010

miércoles, 3 de febrero de 2010

Yo, ex chilango

(Foto publicada en el blog de Antonio Toriz)

Hace poco realicé un viaje a la Ciudad de México. Con tal de ahorrar compré un vuelo promocional desde dos meses antes. El itinerario me llevó primero a Tijuana, donde debí pasar más de cinco horas con un frío endemoniado, luego Toluca, con las 5:50 como hora de arribo y cero grados centígrados de temperatura. De ahí a Santa Fe, un taxi, el metro y por ahí de las 8:30 am estaba en la maravillosa plaza de Coyoacán bebiendo un delicioso café de El Jarocho, sentado en una banca frente a la fuente de los coyotes. Tres días en los que pude visitar una tía y mis compadres, nada más, aparte del motivo central del viaje: realizar trámites en la UNAM y conseguir algunos libros.
Viví por más de veinte años en ese monstruo que genera afectos polarizados; fue el lugar donde hacía mi vida y me naturalicé chilango ¡a mucha honra¡ Nunca fui asaltado, la policía sólo me levantó una vez, junto con una amiga, por “faltas a la moral”, nos dieron “una paseada” y, como no ofrecimos mordida, nos botaron por ahí, con la fina sugerencia, gritada desde la patrulla: pa’ la otra váyanse al hotel.
Esta vez, realicé las actividades antes cotidianas: caminar mucho, subir escaleras, viajar en metro con varios transbordos, tomar un microbús… En mi defeña vida jamás razoné sobre derroche energético implicado ni sobre tiempo consumido que esto significa, además de la jornada laboral.
La diferencia es que, ya sea por la edad o por la altura sobre el nivel del mar, me sofoqué. Por la contaminación lucí ojos rojos, una nariz reseca y sangrante. Por si fuera poco, generé adrenalina en cantidades industriales, gracias a los microbuseros; creí en Dios al bajar ileso de estos transportes que, como secuela, me dejaban por varias horas con el esfínter contraído.
Conclusión: ¡… ya no soy chilango!

Por fortuna, el vuelo de regreso fue directo.